jueves, 22 de diciembre de 2011

A mi madre, en el Día del Educador


De pie, de izquierda a derecha: Sara Hernández  Malpica y Estrella Armenteros
"Si hablamos de educación pensamos en voluntad, en sacrificio, humildad, en paciencia y vocación. 
El maestro es corazón palpitando, patriotismo: Educa con el civismo, con instrucción y valores… 
¡Rindámosle mil honores. Por su luz y su humanismo!".

Recibí un mensaje de felicitación por correo electrónico, era de mi madre quien me congratulaba por el Día del Educador, cuando debió ser al revés. Yo debí felicitarla antes y no lo hice. Pasé por alto su labor como profesora de la Universidad de la Ciencias Médicas de Cienfuegos por cuatro décadas. 
Me invento este post para reconocer públicamente los valores que diariamente inculca a sus estudiantes y por extensión a su familia. Utilizo este espacio en la web para homenajearla y agradecerle su desvelo, su pasión y su cariño como docente. Mi inclinación por el magisterio llegó gracias a la admiración que despertó en mí ver cómo la "profe Sara" es reconocida por las diferentes generaciones de médicos de la provincia. ¡Gracias mamá!


Los buenos maestros son difíciles de olvidar: Honor a quien honor merece.
Cómo decirte maestro que sé de tu alegría, tu pasión y tu tristeza. 

Cómo decirte maestro que sé con la entereza que dedicas el tiempo tuyo con amor y
orgullo, a preparar el presente y a cultivar el futuro. 

Cómo decirte maestro que guardo con emoción muy dentro del corazón las clases que me enseñaste y
no dejaré de admirarte. 

Cómo decirte maestro que en el aula aprendí contigo, dignidad y amor amigo. 
Cómo decirte maestro que independencia, cubanía e identidad también lo aprendí contigo.






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