Jóvenes cubanos disfrutan sin prejuicios raciales o religiosos |
Jose tiene 14 años. Y es un niño muy querido -ya no tan niño, reclama una y otra vez el adolescente-, jaranero, sociable, estudioso y amante de la música rock. Identificarse con dicho movimiento armónico le proporciona sinsabores constantemente, por las incomprensiones que acarrea seguir determinados patrones estéticos.
Ello no significa modificar su conducta, y en menor medida, trasgredir lo permisible o aprehendido en su seño familiar. Él es muy joven para saber de estereotipos y cómo complejizan su existencia, pues son creencias ilógicas, utilizadas en sentido negativo o peyorativo.
Ello no significa modificar su conducta, y en menor medida, trasgredir lo permisible o aprehendido en su seño familiar. Él es muy joven para saber de estereotipos y cómo complejizan su existencia, pues son creencias ilógicas, utilizadas en sentido negativo o peyorativo.
Con origen en la Grecia antigua, el vocablo estereotipo está compuesto por las palabras stereos ('sólido') y typos ('marca'). En el siglo XVIII, el término se aplicó a la impresión de copias a partir de un bloque sólido y la idea quedaba implícita a partir de un origen rígido, para luego reproducir los materiales indefinidamente. Walter Lippman en su libro Opinión política (1922) tomó el concepto para referirse a las "imágenes en nuestra cabeza que se resisten al cambio”.
¿Y mantendremos esta rigidez en pleno siglo XXI? Difícil de creer ¿verdad? Pues sí, aún persisten quienes defienden una visión simplista de la sociedad, donde los rockeros son transgresores por excelencia, o donde una mujer exuberante carece completamente de erudición; un joven no tiene madurez para ocupar un alto puesto de dirección, incluso en no pocas ocasiones la raza y la posición social podrían ser determinantes para otorgarle un puesto de trabajo a un semejante.
Cuba es diversa y tal cual debemos actuar. Evitar esos lugares comunes nos hará la vida más llevadera. En buena medida, los estereotipos se convierten en cánones, lo cual no quiere decir “cree en ellos a pie juntillas”, aunque si te atreves a pasar por alto lo “normal” caerán del cielo ofuscaciones y hasta supuestas medidas por ser consecuente con el modo de actuación que enarbolas y defiendes.
No me engaño, de sobra conozco sujetos que se adhieren a minorías para desatar insatisfacciones y recelos, rebeldes sin causa que buscan aceptación a toda costa y esos grupos le brindan un maridaje común a sus avenencias personales. Pero no es bueno generalizar.
Si bien es cierto de cuanto incide la influencia familiar al prepararnos para la vida, que hoy día no es monocromática sino disímil, donde existen grupos apurados por encontrar un sitio, necesitados de encajar… también es ineludible dar votos de confianza. La sociedad en la cual vivimos nos ha enseñado a ello.
Estas concepciones pueden cambiarse a través de la educación. La familia -como centro de la sociedad-, los maestros en las edades escolares, y los medios de comunicación podríamos contribuir en su modificación. Por lo pronto, nos queda la trasmisión por ósmosis de todo lo que sucesivamente legaremos a la sociedad.
A Jose le queda defender a ultranza la música que prefiere, o lo que es lo mismo, preservar sus criterios estéticos. La madurez lo hará abrir su diapasón hacia otras propuestas, ya bien musicales o de otra índole… A los mayores nos queda evitar cuños o marcas. Solo así seremos capaces de abrir nuestras mentes a la pluralidad.
¿Y mantendremos esta rigidez en pleno siglo XXI? Difícil de creer ¿verdad? Pues sí, aún persisten quienes defienden una visión simplista de la sociedad, donde los rockeros son transgresores por excelencia, o donde una mujer exuberante carece completamente de erudición; un joven no tiene madurez para ocupar un alto puesto de dirección, incluso en no pocas ocasiones la raza y la posición social podrían ser determinantes para otorgarle un puesto de trabajo a un semejante.
Cuba es diversa y tal cual debemos actuar. Evitar esos lugares comunes nos hará la vida más llevadera. En buena medida, los estereotipos se convierten en cánones, lo cual no quiere decir “cree en ellos a pie juntillas”, aunque si te atreves a pasar por alto lo “normal” caerán del cielo ofuscaciones y hasta supuestas medidas por ser consecuente con el modo de actuación que enarbolas y defiendes.
No me engaño, de sobra conozco sujetos que se adhieren a minorías para desatar insatisfacciones y recelos, rebeldes sin causa que buscan aceptación a toda costa y esos grupos le brindan un maridaje común a sus avenencias personales. Pero no es bueno generalizar.
Si bien es cierto de cuanto incide la influencia familiar al prepararnos para la vida, que hoy día no es monocromática sino disímil, donde existen grupos apurados por encontrar un sitio, necesitados de encajar… también es ineludible dar votos de confianza. La sociedad en la cual vivimos nos ha enseñado a ello.
Estas concepciones pueden cambiarse a través de la educación. La familia -como centro de la sociedad-, los maestros en las edades escolares, y los medios de comunicación podríamos contribuir en su modificación. Por lo pronto, nos queda la trasmisión por ósmosis de todo lo que sucesivamente legaremos a la sociedad.
A Jose le queda defender a ultranza la música que prefiere, o lo que es lo mismo, preservar sus criterios estéticos. La madurez lo hará abrir su diapasón hacia otras propuestas, ya bien musicales o de otra índole… A los mayores nos queda evitar cuños o marcas. Solo así seremos capaces de abrir nuestras mentes a la pluralidad.
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