jueves, 2 de junio de 2011

¿Por qué la cigueña retrasó el viaje?

ISYANI SIEMPRE SOÑÓ ENCARAR LA MATERNIDAD en su primera juventud: “Eso me da la posibilidad de estar todavía lozana cuando mi hijo sea un jovencito; entonces tendremos la oportunidad de compartir actividades, asistir juntos a fiestas y campismos…”, alegaba. 
  Hoy, con 37 años, ya es madre de un adolescente de quince y un niña de siete. En un sitio dormido de la memoria quedaron ciertos momentos de la Universidad, cuando se debatía entre alimentar al bebé, lavar pañales, asistir a las clases y prepararse para el examen estatal.  
  Para algunas personas, la madurez adquirida por la mujer mayor de 35 años representa una ventaja para la maternidad tardía.  Miriam, su compañera de aula, en cambio, prefirió esperar. Culminada la licenciatura, cursó varios estudios de postgrado y logró consolidar una carrera capaz de reportarle beneficios económicos y profesionales.
  Cuando consideró llegado el momento, quiso tener un hijo. Muchos la criticaron: ¡ya pasas
de 35! Pero a tales argumentos prestó oídos sordos. Ahora sortea las largas horas
de labor con los cuidados del nené.
  ¿Cuál de las dos opciones resulta más atinada? ¿Cómo encaja el anhelo de procrear en las condiciones actuales de las cubanas, cada vez con mayor nivel de preparación sin que éste concuerde con sus condiciones económicas? ¿Qué causas psicosociales inciden en la tardanza de la maternidad? A la caza de respuestas para tales interrogantes, un equipo del semanario Cinco de Septiembre indagó entre algunas féminas y especialistas en el tema.

¿CUÁNDO LLEGA EL PRIMER BEBÉ?

   “En el mundo existe una tendencia a la paridad tardía, de la que Cuba y dentro de ella
Cienfuegos, no están exentas”, explica el Dr.  Gabriel González Jiménez, especialista de 2do. Grado en Ginecología y Obstetricia.
  "Hace décadas un número considerable de mujeres asumían la maternidad entre los 20 y 30 años. Hoy el porcentaje de las que han trasladado su paridad de los 30 a los 40, incluso después, ha aumentado de forma notable. Ello está dado no sólo por las condiciones socioeconómicas del país, y en especial de la familia, sino en mayor medida por la necesidad de consecución de objetivos, que en el plano personal y profesional se han trazado las cubanas”, argumenta.
  Así lo corrobora Odalys Sánchez Hernández, quien concibió a su primer hijo a los 37. “Me casé por primera vez cuando era una adolescente, ambos contábamos con muy poca edad y estudiábamos aún. No era el momento de pensar en un bebé, pues vivíamos con mi madre y mis dos hermanos”, confiesa la licenciada en Tecnologías de la Salud, madre de dos varones de cinco y siete años.
   “Aquella constituyó una etapa en la que sólo me concentré en divertirme y crecer profesionalmente. Luego llegó el divorcio y lamenté verme sola y sin descendencia; de haberla tenido, el sufrimiento habría sido menor. Algún tiempo sin pareja me hizo pensar en que quedaría sin niños, pues ya pasaba los 35 y sabía del riesgo al cual estaría expuesta. Viví momentos amargos, pero la familia y mi nuevo esposo me apoyaron cuando logré el primer embarazo. Tenía condiciones físicas favorables y así concebí otro a los 39, etapa riesgosa sin dudas”, comenta Odalys.
  De acuerdo con el Dr. González Jiménez, también presidente de la Sociedad Cubana de Ginecología y Obstetricia, Capítulo Cienfuegos, las estadísticas muestran que la fertilidad disminuye después de los 30, y la posibilidad de complicaciones para la embarazada y la criatura se eleva.
   “El feto es más propenso a las alteraciones cromosómicas entre las cuales se cuenta el Síndrome de Down; mientras en las madres pueden aflorar enfermedades como hipertensión, diabetes y fibromas uterinos. Esas dolencias propician complicaciones tales como la desnutrición, la pérdida o muerte fetales, junto a la prematuridad; además de traer aparejadas a la mamá dificultades en el parto: sangramientos, alteraciones del topismo placentario (placenta previa) e incremento de la cesárea”, acota González Jiménez.
   “No obstante los riesgos -añade el facultativo-, el sistema de salud cubano cuenta con las condiciones materiales y humanas para garantizar un embarazo lo menos tormentoso posible y lograr un ser en toda su plenitud”.

LA ESPADA DE DAMOCLES
 

  La concepción tardía muchas veces pende cual espada de Damocles en el día a día de una de cada cinco mujeres a nivel mundial. “Al valorar lo que sucede en otros países, la sociedad cubana en el presente se muestra un poco más flexible con quienes por decisión personal o problemas de salud tardan o no llegan a convertirse en madres”, aduce la Dra. Zenaida Sáez, especialista de 2do. Grado en Psiquiatría Infantil.
  “En el continente africano, donde cumplí misión internacionalista, ellas nacen con la función social de procrear, cuidar y alimentar a la prole. En pleno siglo XXI, el hombre rechaza a la pareja cuando no puede quedar embarazada, sin importarle las razones de la nuliparidad. En cambio, en América Latina y nuestra nación, el traer hijos al mundo representa una elección. Por tanto, cada quien elige con libertad el momento para tenerlos. Aunque hay a quienes se les va el tiempo”, asevera.
  Otro aspecto que incide en la paridad tardía lo constituye el aumento de los índices de divorcio. “Hoy suman más las mujeres que deciden tener hijos cuando contraen segundas nupcias, pues piensan en una nueva vida para solidificar la reciente relación, aunque no siempre ni en todos los casos sucede así. Entonces contraen los retos de la sobreprotección al menor, la inseguridad, los desvelos, inherentes a la madurez”, expresa la Dra. Sáez.
  Tal como declara, dentro de la sociedad cubana actual, las familias son más nucleares y muchas féminas no encuentran en los parientes las redes de apoyo para ayudar a tomar la decisión. “Hoy gran parte de las abuelas son profesionales y no están de acuerdo con dejar sus responsabilidades para encarar el rol de abuela / mamá”, enfatiza la especialista.

DOS MÁS DOS NO SIEMPRE ES CUATRO... 

  Nadie duda que tras el triunfo de la Revolución, el panorama de las féminas en la Isla cambió de manera considerable. Tras una larga lucha por hacer valer sus derechos, a partir de enero de 1959, las nacidas en la Mayor de las Antillas obtuvieron grandes logros, de forma especial en el ámbito laboral.
El modelo patriarcal, donde sólo el hombre tenía la obligación de buscar el sustento para la familia, se transformó cuando a ellas les abrieron las puertas del estudio y el trabajo.
Entonces les llegó la oportunidad de respaldar las finanzas en sus hogares, mientras conjugaban los quehaceres domésticos con determinadas funciones en la sociedad.
 En el presente, las mujeres representan el 68,2 por ciento de la fuerza técnica en Cienfuegos, y una cantidad superior a las 3 mil 500 ocupan puestos de dirección. Tales factores influyen también en el retraso de la concepción del primer bebé.
 A ello, añaden algunos entendidos, el hecho de que aun cuando desde el punto de vista social Cuba funciona como una nación de primer mundo, en el ámbito económico ocupa el lugar de un país subdesarrollado, de ahí que la inestabilidad económica y la carencia de ciertos recursos como vivienda propia ayuden a retrasar el reloj de la maternidad en la conciencia de no pocas parejas.

MATERNIDAD TARDÍA, ¿POR QUÉ NO?
 

  Para algunas personas, no obstante los riesgos, asumir la maternidad pasados los 35 supone ventajas.
  La principal radica en la madurez para hacer frente a esa importante etapa de la vida. Poseen la serenidad que sólo se consigue con el paso de los años para criar y educar a su retoño.
  “Con la edad se alcanza cierta tranquilidad y sosiego. Uno supera con mayor facilidad las dificultades o los momentos de cansancio inevitables durante el embarazo y en los momentos iniciales del pequeño”, aduce Sandra Solís, que alumbró su primer hijo a los 36.
  Opinión similar comparte Emma Sofía Morales, quien dio a luz a su pequeña cuando sumaba 37 inviernos. “A mi juicio las mujeres no deben parir jóvenes. La vida es una escalera y debe subirse peldaño a peldaño o después te pasará la cuenta. Existe el momento de estudiar, de divertirse, de ir a la Universidad y de afianzarse en un trabajo, de madurar. Resulta necesario adquirir cierta experiencia y cordura, responsabilidad, para saber lo que quieres. Una buena edad para buscar hijos es alrededor de los 30, pues una vez que los traes al mundo, debes dedicarles el tiempo que no puedes ponerle totalmente a otras cosas, y si las emprendes, no las haces del todo bien”, manifiesta.
  Según su parecer, antes de decidir cuándo convertirse en madre, una ha de establecer la relación costo-beneficio. “Si bien la maternidad tardía ofrece la oportunidad de un mayor discernimiento para enfrentar algunos problemas, también te hace perder la audacia de la juventud para asumir otros. Pero yo me siento bien por haber parido cuando lo hice, aunque ya carecía del atrevimiento de la mocedad y siento algunas de sus consecuencias”, explica.
  Entre las razones esgrimidas por varios entrevistados acerca de las causas conducentes al
retraso de la maternidad, sobresale la referida a la profusión de información sobre dichas cuestiones, la notable mejoría en esta época de los servicios gineco-obstétricos, junto a las circunstancias económicas, profesionales y personales que obligan a postergar ese momento.
  De cualquier forma, tener hijos entre la tercera o cuarta décadas deviene una acertada opción para un gran número de féminas. No representa el fin del mundo, como todavía algunos lo ven, y sí la oportunidad de comenzar a recorrer el interminable y apasionante viaje que significa la crianza de la prole.


En co-autoría con Yudith Madrazo Sosa

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